El conocimiento y protagonismo que se le
robó a la mujer novohispana a través de la pluma de Sor Juana Inés de la Cruz.
Emmanuel Sánchez Haro.
La figura de la mujer y lo
femenino han estado en boca de todos en tiempos modernos y no es para menos; el
menosprecio y la infravaloración de las que han sido objeto es evidente y
constante, no sólo en el siglo XXI, sino también en las obras que hemos leído a
lo largo de los bloques. Si bien en otras obras las figuras femeninas se
relegan a ser inexistentes o intrascendentes a lo largo de las distintas
tramas, Sor Juana reivindica el lugar asignado a las mujeres y da un golpe
sobre la mesa para obligarnos a reconsiderar el lugar al que se les ha relegado
y las relaciones de las que han sido víctimas.
A lo largo de su obra Sor Juana nos conduce por una
galería de mujeres que no temen sentir, que no temen sentirse vulnerables y que
encuentran, justamente en esa vulnerabilidad, una fortaleza que los hombres ni
siquiera logran imaginar, esto queda ejemplificado en sus obras teatrales,
donde el papel que juegan los hombres está más impregnado de tintes emotivos,
pasionales y tontos, que los transforma en víctima de sus propias estupideces
En sus comedias Los
empeños de una Casa y La segunda
Celestina, obra de la que es coautora, encontramos personajes femeninos que
no sólo se plantean como el núcleo dramático de casa escena, sino como personas
que tienen que solucionar sus distintas problemáticas gracias a su inventiva,
su bagaje intelectual y su capacidad de improvisación y convencimiento. Leonor,
análogamente a la monja jerónima, se presenta como una mujer de cultura e
inteligencia, entregada a los estudios y de belleza exuberante: “Inclinéme a
los estudios/ desde mis primeros años/ con tan ardientes desvelos/ con tan
ansiosos cuidados/ que reduje a tiempo breve/ fatigas de mucho espacio.” (de la
Cruz, 2004, vv. 307-312); así como a Sor Juana, a Leonor le preocupaba más el
saber que el amor romántico y, a pesar de que Leonor procede a declarar su amor
por Don Carlos, rescato ampliamente la visión que la monja nos ofrece de Leonor
como mujer que busca conocer el mundo que le rodea: “no acertaba a amar a
alguno/ viéndome amada de tantos” (de la Cruz, 2004, vv. 363-364).
Este papel de mujeres poderosas y firmes también se
encuentra en la segunda Celestina,
justamente con el personaje de la Celestina, mujer valiente e ingeniosa que
usa, sin vacilar, sus artes ilusorias y lógicas para manipular a la gente a su
alrededor y generar los entornos que se acoplen a lo que ella necesita: “he
fingido / que soy tan grande hechicera, / que sé el punto donde estriba / la
fortuna, / […] Es esto de las estrellas / el más seguro mentir, / pues ninguno
puede ir / a preguntárselo a ellas” (Schmidhuber de la Mora, 2007, p. 138)
Es impresionante ver cómo Sor Juana se atreve a poner en
tela de juicio el rol que juegan los hombres en la sociedad novohispana, donde
aún el honor y las apariencias juegan un papel importante en el desarrollo de
las relaciones sociales de la colonia; los privilegios que se les ha sido
otorgados a los hombres por el patriarcado son muchísimos y se remontan a
muchísimo tiempo, y Sor Juana lo deja claro en su obra lírica:
“quejándoos, si os tratan
mal, / burlándoos, si os quieren bien. […] si no os admite, es ingrata, / y si
os admite, es liviana. […] y después de hacerlas malas / las queréis hallar muy
buenas” (de la Cruz, 2009)
Por
otro lado, Sor Juana es consciente de la caza de brujas que se llevaba a cabo
con las mujeres que intentan salir del molde del convento o del matrimonio:
“¿En perseguirme, mundo, qué interesas? / ¿En qué te ofendo, cuando sólo
intento / poner bellezas en mi entendimiento / y no mi entendimiento en las
bellezas?” (de la Cruz, 2009); en estos versos no sólo se refleja la
persecución y la opresión sistemática hacia las mujeres, si no también se habla
sobre la manera en la que los hombres respondían, a través de conductas
machistas y de reprimenda, como si tuvieran una superioridad moral marcada por
algún ser divino.
Sor Juana es consciente de su lugar en el mundo, de sus
fortalezas, debilidades y limitaciones en un entorno que no hacía más que
ponerle trabas; bajo estos preceptos es donde sale a relucir su capacidad
argumentativa que, podemos inferir, tuvo que desarrollar a partir de los
múltiples problemas que surgen a partir de su necesidad de consumir y generar
conocimiento.
Las cartas Atenagórica
y la Respuesta a Sor Filotea y, posteriormente la de Monterrey, vuelven tangibles los ataques que la monja
jerónima tuvo que sobrepasar y la habilidad con la que lo logró, pues se
defiende a través de argumentos sólidos, anécdotas entrañables y comparaciones
que nos invitan a cuestionar lo que leemos y el rol que jugamos en la sociedad;
no se limitó a externar las problemáticas, su voz debía valer.
Encontramos, dentro de su firmeza, una Sor Juana mucho
más avispada y certera, alerta de los falsos cumplidos y de la falsa cortesía
que inundaba sus círculos sociales: “Que aunque viene en traje de consejo,
tendrá para mí sustancia de precepto [de orden]” (de la Cruz, 2004, p. 829);
para este punto, conocemos a una Sor Juana mucho más enfadada y cansada, harta
de las limitaciones implícitas que tenía por su sexo y su condición de monja
que, los demás asumían como sumisa. Para la publicacióń de la carta de
Monterrey, la notamos mucho más fuera de sus casillas, casi atada de manos ante
la impotencia al considerar sus posibilidades:
“Ahora quisiera yo que Vuestra Reverencia
con su clarísimo juicio, se pusiera en mi lugar, y consultara, ¿qué respondiera
en este lance? ¿Respondería, que no podía? Era mentira. ¿Que no quería? Era
inobediencia. ¿Que no sabía? Ellos no pedían más que hasta donde supiese. ¿Que
estaba mal votado? Era sobre descarado atrevimiento, villano y grosero
desagradecimiento a quien me honraba con el concepto de pensar que sabía hacer
una mujer ignorante, lo que tan lucidos ingenios solicitaban” (de la Cruz,
2004)
Es evidente el cansancio de la décima musa ante
semejantes acusaciones, es casi como si sólo pidiera un momento de quietud para
dedicarse a lo que realmente le llena, el estudio; gracias a los dotes
biográficos que encontramos en la Respuesta
a Sor Filotea nos enteramos, a modo de argumentación bastante sólida, de
cómo la monja jerónima se fue involucrando con el mundo del saber y de las
letras, de manera que son cada vez más claros los sacrificios que tuvo que
realizar para llegar a su cometido y las limitaciones que se presentaron. Desde
el pedir asistir a la universidad y el aprender a leer con base en el engaño,
el camino que recorrió Sor Juana se ve plagado de desolación, lo que recordemos
la forzó a ser autodidacta, al respecto nos dice: “ya se ve cuán duro es estudiar en aquellos caracteres sin alma, careciendo
de la voz viva y explicación del maestro; pues todo este trabajo sufría yo muy
gustosa por amor a las letras” (de la Cruz, 2004, p. 831).
En su obra magna Primero Sueño el deseo de aprender no se
deja de lado, tenemos a una Sor Juana mucho más hambrienta de conocimiento
pero, también, a una mujer que se siente abrumada y sobrepasada por la cantidad
de conocimiento que podría aprender y no sabe cómo: “-recurso natural, innata
ciencia / que confirmada ya de la experiencia […] empírica atención, examinada
/ en la bruta experiencia” (de la Cruz, 2006, p. 57-58); aquí, el empirismo se
ha vuelto parte de su esencia y ha aceptado sus propias limitaciones, aunque
sin coartar sus ganas de comerse el mundo un libro a la vez.
Considerada por muchos como la figura más importante de
las letras novohispanas, Sor Juana Inés de la Cruz nos abre las puertas a su vida a través de pasajes, a veces complejos, a
veces pasionales; conocerla ha sido una experiencia intensa —más allá del dolor
de cabeza que representa Primero sueño a
los lectores inexpertos—, entender lo que tuvo que esforzarse para alcanzar sus
objetivos, conocer a las personas que le representaron trabas y seguirla en uno
que otro chisme con cierta virreina ha sido una maravilla. Me congratula que al
día de hoy se le recuerde con tanto cariño y confío que podremos seguirla
leyendo no para saber más, sino para ignorar menos.
25 de noviembre de 2020.
Referencias.
de la Cruz, S. J. I. (2004). “Carta Atenagórica”, “Respuesta a Sor
Filotea”, Obras completas. Porrúa, México.
de la Cruz, S. J. I. (2004). Obras completas, “Los empeños de una casa”.
Porrúa, México.
de la Cruz, S. J. I. (2006). Primero sueño y otros escritos. Fondo de
cultura económica, México.
de la Cruz, S. J. I. (2009). Obras completas (A. Alatorre, Ed.; Vol.
I: Lírica personal). Fondo de cultura económica. México.
Schmidhuber, G. (2007). Hallazgo de una obra perdida de Sor Juana:
La gran comedia de la Segunda Celestina (O. M. Peña Doria, Ed.; 1era. ed.).
Universidad de Guadalajara. México.
¡Qué padre que sepas tantos idiomas! Comparto contigo el gusto por Sor Juana, me parece que es un ícono femenino en la literatura y en las artes de quien no deberíamos restar importancia alguna. También me parece interesante que hayas tomado un curso de lectoescritura en braille <3
ResponderEliminarMane, me gusta mucho la claridad y familiaridad en tu discurso sobre Sor Juana. Es bien interesante cómo logras encontrar argumentos en la literatura para defender y valorar e incluso resignificar las intenciones de Sor Juana.
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarMe gustó mucho tu trabajo sobre Sor Juana en relación a la mujer novohispana, así como también la manera en la que logras estructurar y darle fuerza a tus ideas
P.D. ¿Recomiendas los cursos que tomaste en Crehana? :o Justamente ando buscando una plataforma de cursos pero creo que no había considerado Crehana
Saludos, fue un gusto leerte 😊